Un alto al estado de fragilidad

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la FRAGILIDAD

La fragilidad se define como un estado de vulnerabilidad extrema a estresantes endógenos y exógenos que expone al individuo a un alto riesgo de consecuencias negativas relacionadas con la salud, generalmente debidas a la interacción entre el deterioro progresivo de los sistemas fisiológicos relacionados con la edad y algunas enfermedades y afecciones crónicas, con la consiguiente disminución de la capacidad de
reserva funcional.

La fragilidad no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, y se necesita un enfoque mucho más intenso en la detección temprana y el diagnóstico para la prevención. La fragilidad debe ser adecuadamente evaluada y manejada porque es importante reconocerla como una condición distinta, independiente del envejecimiento, de las enfermedades crónicas y de la discapacidad.

La prevalencia de la fragilidad en las personas mayores que viven en la comunidad es del 12, y más del 40% para la prefragilidad. 

También hay evidencia consistente entre los estudios de una prevalencia creciente de fragilidad con la edad avanzada (1), con hasta el 35-50% de los mayores de 85 años identificables como frágiles (2), y una mayor
prevalencia en mujeres que en hombres. Las cifras aumentan considerablemente en entornos clínicos y atención sanitaria como la atención domiciliaria, medio hospitalario y residencias y centros de mayores. 

 Según datos preliminares del estudio FRAILCLINIC (un estudio realizado en 5 hospitales de España, Italia, y Reino  Unido financiado por DG-SANTE), la prevalencia de la fragilidad en entornos clínicos alcanza el 60% para las personas mayores que asisten a los Servicios de urgencias, 55% para aquellos que asisten a Servicios de Cardiología, 22% para aquellos que son sometidos a cirugía electiva y 36% para pacientes de Oncología.

Todos los datos expuestos, son de acceso público en la web del estudio advantage.eu (Financiada por el programa de salud de la UE)

Indicadores de fragilidad

relevancia de la fragilidad​

El estado de fragilidad se ha asociado de manera independiente con eventos adversos de salud como mayor posibilidad de muerte, hospitalización, visitas a urgencias, caídas, fracturas, institucionalización, discapacidad nueva, problemas para caminar y peor calidad de vida. Se ha comprobado como en mayores de 65 años, una baja velocidad de marcha supone un mayor riesgo de mortalidad que el ser hipertenso. Por ello la determinación de la fragilidad es de gran relevancia en personas mayores.

la velocidad de marcha

La velocidad de marcha (VM) es actualmente uno de los elementos más importantes en la valoración de la salud en ancianos. De hecho, algunos autores la consideran un signo vital más, tan importante como la tensión arterial (1). La VM es una actividad que evalúa de manera indirecta la función física, es fácil de medir, y puede ser implementada en poco tiempo, prácticamente en todos los dispositivos sanitarios y sociales y sin un entrenamiento importante. Es una herramienta válida, sensible y específica, con una elevada reproducibilidad intra e inter observador.

Los puntos de corte de VM (normalmente menores a 0,8 m/s) se emplean como método de cribado para identificar ancianos en riesgo de los eventos adversos de salud, empleándose en la toma de decisiones en este grupo poblacional (3-5,19-2). La VM por debajo del umbral reseñado se asocia a eventos como:

  • Mortalidad (2-6: 5-9)
  • Deterioro cognitivo (7-9: 10-12)
  • Riesgo de institucionalización (10-13)
  • Discapacidad (11-14,12-15)
    Mal estado de salud autopercibida (13-16)
  • Caídas (14-17)
  • Hospitalización y estancias hospitalarias más largas (2-6)
    Costes socio-sanitarios más elevados (18-21)

Una VM lenta es además uno de los principales ítems del fenotipo de fragilidad (15-22) y algunos autores la consideran por sí sola un indicador de este síndrome geriátrico (16-18: 23-25). Es conocido que los costes de la atención sociosanitaria a la fragilidad ajustados a factores como la edad y la multimorbilidad son entre 1.500€ y 5.000€ anuales superiores que en población no frágil (18-21). Sin embargo, como la fragilidad es un estado potencialmente reversible, este exceso de costes podría ser evitado si se identifica y trata adecuadamente a esta población que supone el 12% de los mayores de 65 años.


el pasillo de marcha speed-age

La técnica más empleada para determinar el tiempo que se tarda en caminar una distancia predeterminada es con un cronómetro manual, aunque la exactitud se puede ver afectada por la variabilidad intra e interobservador (25-26). Por todo ello, nuestro equipo de investigadores integrado por Gunnar Andersen, Héctor Caulín y Pedro Abizanda, diseño en 2016-2017 un pasillo de marcha automatizado para medir VM en condiciones de práctica clínica habitual a las personas mayores. Este dispositivo se viene empleando sin problemas desde entonces con más de 20.000 mediciones a día de hoy sin problemas.
El nuevo pasillo de marcha SPEED-AGE consta de un trayecto de 4 metros con dos sensores que indican el inicio y el fin de la caminata.

El dispositivo, mediante una señal luminosa, o el profesional sanitario, indicará cuando iniciar y cuando finalizar la caminata. Los sensores envían su información a un programa informático al que están conectados y que calcula la VM. El sistema permite recoger datos de forma personalizada,  hacer un seguimiento en el tiempo y ver la evolución en la sección con gráficas después de la intervención o incluso si no existe tal intervención, observar las diferencias. 

Con el programa actual, también podemos realizar los test SPPB y el INDICE DE BARTHEL,  Se pueden incorporar estos datos a la historia clínica del paciente o crear una propia.

objetivos y utilidad del speedage

Mide de forma sencilla, semiautomática, fiable y reproducible la VM en personas mayores de 65 años. Actualmente se pueden realizar los test quedando registrado en el software el resultado con el objetivo de:

  1. Determinar el estado de fragilidad de los mayores.
  2. Determinar el riesgo de problemas de salud como caídas, fracturas, discapacidad, institucionalización, mortalidad y mala calidad de vida.
  3. Identificar población de mayores que se beneficia de programas de ejercicio e intervenciones nutricionales, así como empleo de ayudas técnicas.
  4. Monitorización de la evolución de la fragilidad y discapacidad.
  5. Monitorización de la respuesta a programas de intervención sobre la fragilidad.
  6. Identificar población de mayores que se benefician de acudir a atención geriátrica especializada.
  7. Reducir costes socio-sanitarios en población mayor de 65 años al identificar personas en riesgo de discapacidad, institucionalización y hospitalización, implementando programas específicos (reducción de entre 1.500€ y 5.000€ anuales si se consigue que un mayor frágil pase a ser no frágil).
 

esquema general

aspectos éticos

El proyecto de validación del SPEED-AGE fue aprobado por el CEIm de Albacete y la Comisión de Investigación de la GAI de Albacete. Cumplió con los estándares de la declaración de Helsinki concerniente a la investigación en humanos. Los datos de pacientes entre junio 2017 y el momento actual (8.000 mediciones aproximadas sin errores) se presentan en la figura 2.

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