¿Sabías que la velocidad de marcha no solo importa a partir de los 65 años?

🧭 Un biomarcador clave

La velocidad de marcha es un auténtico biomarcador de salud, longevidad y autonomía. Una marcha más lenta se asocia con mayor riesgo de caídas, hospitalizaciones, discapacidad e incluso mortalidad.

💡 Desde jóvenes hasta mayores

Aunque solemos relacionarla con los mayores, la velocidad de marcha debería evaluarse desde edades tempranas.
Nos ofrece información valiosa sobre la evolución de nuestra condición física, nos ayuda a identificar un envejecimiento saludable y permite intervenir a tiempo para preservar la independencia funcional.

👉 Lo importante: caminar más rápido y mantener esa capacidad no depende solo de la edad, sino de factores modificables: ejercicio, fuerza muscular, nutrición y prevención de enfermedades.
La buena noticia: nunca es tarde para mejorar. Incluso pequeñas intervenciones, como entrenar fuerza y equilibrio, pueden marcar la diferencia.

📊 Valores medios por décadas (m/s)

(Bohannon, 1997)

  • 20–29 años
    Hombres: cómoda 1.39 | máxima 2.53
    Mujeres: cómoda 1.41 | máxima 2.47
  • 30–39 años
    Hombres: cómoda 1.46 | máxima 2.45
    Mujeres: cómoda 1.42 | máxima 2.34
  • 40–49 años
    Hombres: cómoda 1.46 | máxima 2.46
    Mujeres: cómoda 1.39 | máxima 2.12
  • 50–59 años
    Hombres: cómoda 1.39 | máxima 2.07
    Mujeres: cómoda 1.39 | máxima 2.01
  • 60–69 años
    Hombres: cómoda 1.36 | máxima 1.93
    Mujeres: cómoda 1.29 | máxima 1.77
  • 70–79 años
    Hombres: cómoda 1.33 | máxima 2.08
    Mujeres: cómoda 1.27 | máxima 1.75

🏥 Velocidad de marcha en los espacios de salud

Su medición no debe quedarse en la investigación:

  • Hospitales → identificar pacientes en riesgo de complicaciones, caídas o estancias prolongadas.
  • Farmacias comunitarias → cribado temprano, consejo en ejercicio y nutrición, y derivación médica cuando sea necesario.
  • Residencias y centros de día → seguimiento funcional continuo y detección precoz de fragilidad.

👉 Integrarla en estos entornos significa: detectar antes, intervenir mejor y prevenir la dependencia.

✨ Conclusión

La velocidad de marcha es mucho más que un indicador físico: es un biomarcador de salud, longevidad y autonomía.
Medirla desde jóvenes y seguir su evolución a lo largo de la vida nos permite actuar a tiempo y mantener la independencia funcional.

📖 Fuente: Bohannon RW. Comfortable and maximum walking speed of adults aged 20–79 years: reference values and determinants. Age Ageing. 1997;26(1):15-19.