La velocidad de marcha es uno de los indicadores más sólidos, validados y sencillos para valorar la función física, detectar fragilidad, riesgo de caídas, pérdida de autonomía y evolución clínica en personas mayores.
No es necesario ser geriatra para medirla,
pero sí es imprescindible hacerlo bien, registrarla, interpretarla y saber qué hacer con el resultado.
Medir la VM te permite:
• Detectar de forma precoz estados de pre-fragilidad y fragilidad
• Objetivar el impacto del ejercicio, la nutrición y los tratamientos
• Realizar seguimiento real en el tiempo
• Tomar decisiones basadas en datos, no en impresiones
Por eso nace Más fuerte, menos frágil:
un proyecto que te proporciona herramientas, formación y soporte para integrar la valoración funcional en tu práctica diaria con rigor y seguridad.
La velocidad de marcha (VM) es uno de los indicadores más robustos y validados para valorar la función física global en el adulto mayor. Numerosos estudios han demostrado que una disminución de la VM se asocia de forma directa con:
• Mayor riesgo de fragilidad
• Aumento de caídas
• Pérdida de autonomía funcional
• Mayor utilización de recursos sanitarios
• Incremento de la morbimortalidad
A pesar de su enorme valor clínico, en muchos entornos asistenciales no se mide de forma sistemática, o se mide sin registro, sin seguimiento y sin una interpretación clara que permita intervenir.
Medir la velocidad de marcha no es un fin en sí mismo.
Es el punto de partida para tomar decisiones clínicas, funcionales y preventivas.
No hace falta ser geriatra, pero sí hacerlo bien.
La valoración funcional ya no debería ser exclusiva del ámbito geriátrico.
Cada vez más profesionales sanitarios médicos de familia, fisioterapeutas, enfermería, farmacéuticos, nutricionistas, entrenadores especializados, terapeutas ocupacionales, centros de día y residencias trabajan con personas mayores y necesitan herramientas objetivas para valorar su estado funcional.
Lo importante no es solo medir, sino:
• Registrar los resultados
• Interpretarlos correctamente
• Relacionarlos con el riesgo real del paciente
• Ajustar el ejercicio, la nutrición y el seguimiento
• Evaluar la evolución en el tiempo
Ahí es donde la tecnología y la formación especializada marcan la diferencia.

Más fuerte, menos frágil: un programa estructurado y con sentido clínico
El programa Más fuerte, menos frágil nace para dar respuesta a esta necesidad real:
integrar la valoración funcional en la práctica diaria de forma sencilla, estructurada y basada en evidencia.
No se trata solo de hacer ejercicio, ni solo de medir parámetros aislados.
Se trata de entender a la persona, su nivel funcional, su riesgo y su capacidad de mejora.
Por eso el programa combina:
• Valoraciones presenciales objetivas
• Registro y seguimiento de la evolución
• Intervenciones individualizadas
• Formación específica para el profesional
• Revisión y acompañamiento continuado
La fragilidad se puede detectar, prevenir y revertir.
La fragilidad no es una consecuencia inevitable de la edad.
Y las caídas no son hechos fortuitos inevitables.
Cuando se detecta a tiempo una pérdida de velocidad de marcha, fuerza o equilibrio, es posible intervenir antes de que aparezca la discapacidad, la dependencia o la caída.
Medir la función física es prevenir.
Registrar es anticiparse.
Intervenir es mejorar calidad de vida.
¿Trabajas con personas mayores y quieres incorporar la valoración de la función física a tu práctica diaria?
Con Más fuerte, menos frágil te acompañamos en la implantación de la valoración funcional, desde la medición hasta la intervención, con formación especializada y seguimiento continuado.
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