La fragilidad en personas mayores es un síndrome clínico que se caracteriza por la disminución de la capacidad de reserva del cuerpo, lo que hace que las personas sean más vulnerables a los efectos del estrés y los cambios en su salud. Entre los factores clave que influyen en la fragilidad, la nutrición juega un papel fundamental.
Relación entre fragilidad y nutrición:
- Pérdida de masa muscular (sarcopenia): La fragilidad está estrechamente relacionada con la sarcopenia, que es la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular. Una dieta insuficiente en proteínas, calorías y ciertos nutrientes esenciales (como vitamina D) puede acelerar este proceso.
- Bajo consumo de proteínas: Las proteínas son esenciales para el mantenimiento de la masa muscular. En los adultos mayores, la recomendación es consumir entre 1.0 y 1.2 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal para prevenir la pérdida muscular. Alimentos ricos en proteínas, como carnes magras, pescados, legumbres, huevos y productos lácteos, son clave.
- Deficiencia de micronutrientes: Las vitaminas y minerales, como la vitamina D, la vitamina B12, el calcio y el hierro, son importantes para el funcionamiento adecuado del organismo. Las deficiencias de estos micronutrientes pueden empeorar la fragilidad. Por ejemplo, la falta de vitamina D puede llevar a una debilidad muscular, aumentando el riesgo de caídas.
- Desnutrición: Muchas personas mayores tienen una ingesta inadecuada de alimentos debido a factores como la pérdida de apetito, dificultades para masticar o problemas de salud crónicos. Esto puede llevar a una desnutrición, que está directamente vinculada con la aparición de fragilidad.
- Estado inflamatorio: La inflamación crónica de bajo grado, común en la vejez, también puede estar relacionada con una mala nutrición. Los alimentos ricos en antioxidantes (como frutas y verduras) y ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado) pueden ayudar a combatir esta inflamación.
- Hidratos de carbono y grasas saludables: Asegurar una ingesta adecuada de carbohidratos complejos (como los cereales integrales) y grasas saludables (como el aceite de oliva y los frutos secos) es importante para mantener la energía y el funcionamiento general del cuerpo.
Recomendaciones para mejorar la nutrición en personas mayores frágiles:
- Aumento de la ingesta proteica: Repartir el consumo de proteínas a lo largo del día para facilitar su absorción y síntesis.
- Suplementación adecuada: En algunos casos, puede ser necesario recurrir a suplementos de proteínas, vitamina D, calcio o multivitamínicos bajo supervisión médica.
- Alimentos energéticos y densos en nutrientes: Optar por alimentos fáciles de masticar y ricos en nutrientes para asegurar una ingesta adecuada.
- Supervisión nutricional: Consultar a un nutricionista especializado en geriatría para evaluar y ajustar la dieta según las necesidades específicas de la persona.
Un enfoque dietético adecuado es esencial para prevenir o ralentizar la progresión de la fragilidad, mejorando la calidad de vida de las personas mayores.
Referencias bibliográficas:
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